ÉCIJA
- fotoperex

- 6 dic 2022
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La historia de Écija es tan amplia como su riqueza artística. La fundación de la ciudad se sitúa hacia el siglo VIII antes de Cristo, en el ámbito de la civilización tartésica.
Hasta la conquista romana, hacia el 200 a.C., se trató probablemente de un pequeño poblado turdetano de cabañas, emplazado en la ligera elevación junto al río Genil conocida hoy como Cerro del Alcázar o de San Gil (“El Picadero”). La ciudad conoció su mayor etapa de esplendor durante la dominación romana, participó a favor de César en las Guerras Civiles contra Pompeyo y, hacia el año 14 antes de Cristo se fundó ya en el llano la denominada “Colonia Augusta Firma Astigi”, una gran ciudad de nueva planta, con calles pavimentadas trazadas en retícula regular, cloacas y red de distribución de aguas, foro, templos, termas y anfiteatro, junto a un puente por el que la Vía Augusta cruzaba el Genil. Desde entonces fue la capital de un extensísimo convento jurídico, uno de los cuatro en los que se dividía la Bética, que comprendía no menos de 49 ciudades y abarcaba gran parte de las actuales provincias de Córdoba, Granada y Jaén. Su principal riqueza derivaba del cultivo olivarero y de la exportación del aceite a larga distancia, empleando la vía fluvial por el Genil y el Guadalquivir y, luego, la marítima desde Sevilla.
La ciudad siguió siendo un importante foco cultural y religioso a la caída del Imperio, en época visigoda, cuando llegó a ser sede de un obispado, y en época islámica, en la que Istiŷa (o Astiŷa) fue capital de provincia durante el emirato y el califato. Los cronistas árabes destacan la fertilidad y riqueza de su territorio, en el que se asentó un importante poblamiento beréber. Los musulmanes introdujeron los cultivos de regadío y, entre ellos, el algodón cuyo desarrollo característico en Écija, llevó a acuñar el sobrenombre de Madînat al-qutn (“La ciudad del algodón”).
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